Inma Flor
Mujer corteza se mueve en la interacción entre Naturaleza y ser humano. Es la materialización del descontento, pero también el potencial de la belleza y la posibilidad de la disidencia respecto a lo normativo. Mis collages tridimensionales aúnan en un mismo espacio compositivo papel, cortezas y virutas de árbol, siempre en formato A4. La vinculación es máxima: el papel se fabrica a partir de la fibras de celulosa -vírgenes o recicladas- que se extraen de la madera. Esta es la conexión artificial con el ser humano. Las cortezas de los árboles que pueblan el Paseo del Prado y que yo misma recojo del suelo en mi camino al trabajo ejemplifican la conexión natural. Más allá de lo evidente, las cortezas de mis collages aluden a las capas protectoras que los humanos sumamos a nuestra capa natural (la piel) cual máscaras para eludir y minimizar las agresiones externas (físicas y emocionales) que recibimos en nuestro devenir diario. Todo este proceso es artístico y terapéutico.
Mujer corteza se mueve en la interacción entre Naturaleza y ser humano. Es la materialización del descontento, pero también el potencial de la belleza y la posibilidad de la disidencia respecto a lo normativo. Mis collages tridimensionales aúnan en un mismo espacio compositivo papel, cortezas y virutas de árbol, siempre en formato A4. La vinculación es máxima: el papel se fabrica a partir de la fibras de celulosa -vírgenes o recicladas- que se extraen de la madera. Esta es la conexión artificial con el ser humano. Las cortezas de los árboles que pueblan el Paseo del Prado y que yo misma recojo del suelo en mi camino al trabajo ejemplifican la conexión natural. Más allá de lo evidente, las cortezas de mis collages aluden a las capas protectoras que los humanos sumamos a nuestra capa natural (la piel) cual máscaras para eludir y minimizar las agresiones externas (físicas y emocionales) que recibimos en nuestro devenir diario. Todo este proceso es artístico y terapéutico.
Mujer corteza se mueve en la interacción entre Naturaleza y ser humano. Es la materialización del descontento, pero también el potencial de la belleza y la posibilidad de la disidencia respecto a lo normativo. Mis collages tridimensionales aúnan en un mismo espacio compositivo papel, cortezas y virutas de árbol, siempre en formato A4. La vinculación es máxima: el papel se fabrica a partir de la fibras de celulosa -vírgenes o recicladas- que se extraen de la madera. Esta es la conexión artificial con el ser humano. Las cortezas de los árboles que pueblan el Paseo del Prado y que yo misma recojo del suelo en mi camino al trabajo ejemplifican la conexión natural. Más allá de lo evidente, las cortezas de mis collages aluden a las capas protectoras que los humanos sumamos a nuestra capa natural (la piel) cual máscaras para eludir y minimizar las agresiones externas (físicas y emocionales) que recibimos en nuestro devenir diario. Todo este proceso es artístico y terapéutico.
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